La Ciudad

Administrar la escasez y no quejarse, el mantra de Montenegro en tiempos de Milei

El intendente monopoliza la agenda y ve luces donde pareciera haber sólo sombras. El oficialismo provincial frena el aumento de las indemnizaciones laborales y los municipales van por un test clave. Bemoles del discurso oficial.

Por Ramiro Melucci

Hay que esforzarse para administrar un municipio sin quejas cuando la cobrabilidad de las tasas se desploma. Hay que esforzarse para verle síntomas positivos al turismo en plena recesión. Hay que esforzarse para no reclamarle una obra pública concreta al Gobierno nacional cuando está claro que no aparecerá ningún mecenas para aportar la infraestructura básica de los barrios. O para hablar de las pymes pasando por alto la caída ininterrumpida de las ventas. O para ilusionarse con la industria mientras los números de la actividad siguen en rojo. O para aumentar el boleto chistando menos por la eliminación de subsidios.

Guillermo Montenegro gestiona el municipio con la convicción del votante promedio de Javier Milei: todos los esfuerzos valdrán la pena en algún momento. Ve pequeñas luces en un sendero de sombras y opta por transmitir expectativas antes que por lamentarse. Posiblemente espere que en algún momento el Presidente valore tanto esmero.

Su tarea consiste en bajar el mensaje de que en las crisis hay que buscar las oportunidades. Habla de la expansión del Parque Industrial, de la ruta marítima con Brasil y de la explotación petrolera offshore como quien muestra el paisaje soleado que se esconde detrás de la cresta. Subraya la cantidad pymes interesadas en exportar e importar desde el aeropuerto y el amplio listado de proveedores que surgió para abastecer a la industria del petróleo con la intención de exhibir todo lo bueno que está pasando o puede pasar. Hasta se permite soñar con que la producción del vino en la zona genere también un atractivo turístico.

La reunión con los intendentes de Balcarce, Esteban Reino, y de Lobería, Pablo Barrena, parecería el punto de partida para darle más sustento a la regionalización de su discurso. Para empezar a mostrarse en público como desde su entorno ya hace tiempo lo presentaban: un líder regional. En ese registro, el secretario de Desarrollo Local e Inversiones, Fernando Muro, reclamó que el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) vuelva a la versión que salió de la Cámara de Diputados. El paso por el Senado le sacó la posibilidad de adherirse al sector agroindustrial, por lo que dejaría afuera a la estadounidense Lamb Weston, “central para el desarrollo de la región”.


Ve pequeñas luces en un sendero de sombras y opta por transmitir expectativas antes que lamentarse. Posiblemente espere que en algún momento el Presidente valore tanto esmero.


Montenegro pregona una mirada positiva en cada tema. En la última conferencia de prensa en el Centro de Operaciones y Monitoreo (COM) celebró la reducción del pedido de carpetas médicas por parte de los municipales en el marco de su política “de austeridad”. Un plan cada vez más condicionado por la falta de ingresos: la cobrabilidad de las tasas cayó 4,5 puntos porcentuales en mayo y en los primeros cinco meses de 2024 lleva un promedio de 3 puntos por debajo del 2023. Se ubicó en 52,2% en enero, en 53,67% en febrero, en 46,38% en marzo, en 53,44% en abril y en 50,94% en mayo.

Después del fin de semana largo pasado, que los operadores turísticos definieron como “flojo”, llamó a no dejarse llevar por los datos generales del país porque, de acuerdo con la estadística del Ente de Turismo, en Mar del Plata la merma de visitantes es mínima en lo que va de junio. Ante los ojos optimistas del jefe comunal, todo un aliciente debido a que, según reconoce, el anterior fue uno de los mejores años de la historia en materia turística, al que pese a los beneficios para la ciudad no recuerda con algarabía porque fue “irreal”, el producto de una “fiesta” que tarde o temprano había que pagar.

Montenegro les prende velas a los proyectos de padrinazgo y, salvo las alusiones a la necesidad de alguna obra pública para potenciar el entramado productivo de la región, no se preocupa por la suspensión decidida por Milei porque el gobierno de Alberto Fernández “tampoco” le dio nada.

De tanto poner el discurso en blanco sobre negro, por momentos surgen los grises. Destacó el impacto turístico de la apertura de la Casa sobre el Arroyo también los sábados. “Era un lugar que estaba cerrado y empezó a generar no solamente presencia de marplatenses, sino también de gente que concurre al lugar porque es icónico”, argumentó. Como si esa reapertura no hubiese sido posible en virtud de la restauración que ejecutó el vilipendiado gobierno anterior.

El intendente también aprovecha cualquier descuido para caerle a Axel Kicillof. Respondió con ironía al enésimo anuncio de restauración de la Rambla. “Tiburón 7”, dijo, ocurrente. Con Milei no podría referirse a ninguna película; erradicó el cine.

Al filo del inicio del fin de semana largo volvió a anunciar un aumento del boleto de colectivo, que se irá en julio a $ 940, pero antes de redactar la resolución evitó las palabras fuertes. “Estoy en permanente contacto con los distintos intendentes. Cuando uno ve el valor de los boletos de todo el país, es distinto al que tenemos acá en Mar del Plata”, se limitó a comentar. Más preciso fue el comunicado oficial: señaló que “quedó en evidencia que la inflación repercutió directamente en la viabilidad financiera del sistema de transporte urbano”. Y de paso recordó “la indefinición del sistema actual de subsidios”. Aun más ilustrativo, el secretario de Legal, Técnica y Hacienda, Mauro Martinelli, deslizó sin levantar el tono de voz que la eliminación del fondo compensador “es un grave perjuicio para los marplatenses”.

Un reclamo que ya surtió efecto, pero en la provincia, es el del freno al proyecto de ley que multiplicaba el monto de las indemnizaciones laborales. La iniciativa de la diputada camporista Maite Alvado llegó al Senado bonaerense tras su controvertida media sanción en la cámara baja. Debía comenzar a tratarse en la comisión de Trabajo, pero la reunión fue levantada. Influyeron el anunciado bloqueo de la oposición provincial y las declaraciones de la vicegobernadora Verónica Magario, que negó que se trate de una iniciativa impulsada por el gobierno bonaerense.


 El intendente respondió con ironía al enésimo anuncio de restauración de la Rambla. “Tiburón 7”, dijo, ocurrente. Con Milei no podría referirse a ninguna película; erradicó el cine.


En estado de guerra permanente con los municipales, la comuna espera el test del martes. Para esa jornada el gremio de Antonio Gilardi volvió a convocar a un paro sin concurrencia a los lugares de trabajo. El primero desde el de principios de abril que desencadenó la furia de Montenegro. Reflejada en el descuento de los días o las horas no trabajadas (en el caso de las retenciones de tareas) y la eliminación del presentismo para los que se adhieran a medidas de fuerza. Con esos decretos combatidos en la Justicia pero vigentes, todas las miradas estarán puestas en el acatamiento.

La novedad de la semana que pasó consistió en que la Suprema Corte de Justicia bonaerense resolvió que la cautelar del Sindicato de Trabajadores Municipales (STM) debe tramitarse en el Tribunal de Trabajo N° 4. En paralelo, el Concejo Deliberante mantiene en comisión el convenio colectivo acordado por la administración de Carlos Arroyo. El radicalismo no tiene en los planes pronunciarse hasta que la cuestión no se salde en la Justicia (donde aún no está; sólo se tramita el reclamo por los descuentos y el presentismo).

Puertas adentro, uno de los grandes interrogantes está vinculado con su vigencia. Hay concejales que sostienen que ya empezó a regir para las partes y que no necesita que el cuerpo se pronuncie. En ese caso, sería cuestión de tiempo para el inicio de una nueva controversia, relacionada con el cumplimiento de un texto que Montenegro no escribió ni está dispuesto a aceptar.

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